òscargid.com | comunicador corporativo y speaker

ò·Bio

La comunicación me apasiona. Y, además, me da trabajo.

Soy comunicador corporativo. Diseño, gestiono, planifico e implanto estrategias de comunicación corporativa de marcas, empresas e instituciones, tanto on-line como off-line. Y también presento cosas: compagino mi actividad profesional con la conducción y presentación de actos y eventos.

Soy Licenciado en Comunicación Corporativa y Máster en Dirección de Comunicación Empresarial e Institucional. También he cursado estudios sobre comunicación de crisis y Social Media. Sigo formándome, actualmente en el campo de la Publicidad y las Relaciones Públicas.

He tenido la oportunidad de dar un paseo de 360º por el mundo de la comunicación: tanto ejerciendo en medios (TVE, Canal Català, Canal 35tv) como al otro lado, en departamentos de comunicación corporativa. En este último ámbito, he participado en proyectos de comunicación estratégica para compañías de sectores diversos, como por ejemplo el retail, medio ambiente, gran consumo o institucional, entre otros.

El intrusismo, la mediocridad y las malas prácticas no me gustan nada. Los retos me motivan. Las redes me encantan, pero nada como el cara a cara.

Estoy convencido que estamos viviendo un cambio de paradigma que rompe con los modelos clásicos de la comunicación. Una nueva manera de relacionarnos y un nuevo contexto que deben aprovechar las empresas para minimizar riesgos de reputación corporativa y salir reforzados, escuchando a sus stakeholders, aprendiendo de ellos y, sobretodo, dialogando. Sí: interaccionar. Esta es la clave de la nueva comunicación 2.0.

signaturatrans

 

ò·Portfolio

TDAHVallès

Relación con los medios de comunicación de las Jornadas de TDAH....

UAB

Equipo de comunicación del acto del 20ª aniversario DCEI-UAB....

JIN-PA

Presentación gala a favor de los refugiados tibetanos....

Oncolliga

Presentación de la Gala contra el Cancer....

Joma’s

Presentación acto primera piedra de la futura sede social....

ANDI

Presentación inauguración de la nueva sede de la entidad....

TDAHVallès

Presentación varias ediciones de la Fiesta del TDAH....

First Lego League

Presentación varias ediciones del torneo internacional de robótica....

Actua Vallès

Presentación acto institucional del Día contra el Sida....

Oxfam Intermon

Presentación varias ediciones de la fiesta "Un día para la esperanza"...

Fundación Fórum Ambiental

Relación medios de comunicación. Premios Ciudad Sostenible...

FAADA

Relación con los medios de comunicación. Campaña....

DIAGONAL MAR

PR y relación con medios de comunicación del centro comercial....

Ajuntament de Barcelona y Plataforma Gatera

Relación con los medios de comunicación campaña de tenencia responsable....

CIPAC

Relación con los medios de comunicación campaña de tenencia responsable....

Síndic de Greuges de Sabadell

Responsable de prensa y difusión....

FòrumSD

Gestión de la comunicación corporativa de la asociación de defensores locales de Catalunya...

IKEA

Relaciones con los medios. Inaguración IKEA en Sabadell, y planta de producción textil de Valls (Tarragona)...

CASSA (Grupo Agbar)

Responsable de Social Media. Técnico de comunicación corporativa y Relaciones Externas...

oscargid.com/blog

No le digas a mi madre que soy comunicador: ella cree que toco el piano en un burdel

Nuestra profesión está tan desprestigiada y sufre tanto intrusismo que a menudo debo pensar bien cómo definirme profesionalmente.
¿Qué soy, un periodista? Bueno, en esencia, sí. Soy periodista pero no de medio, sino de fuente. Demasiado complicado para alguien que no sea de nuestro sector. ¿Quizás un relaciones públicas? Sí, mira. Ahora pensarán que me dedico a repartir flyers de chupitos gratis en las puertas de alguna discoteca. Paso. ¿Qué tal comunicador? Me encanta, si no fuera porque la palabra ha perdido valor al aplicarla a todo comentarista y/o colaborador de cualquier tertulia, siendo o no titulado en periodismo o comunicación.

Al final me canso y pienso: ¿qué más da? El nombre de mi profesión no es lo importante, sino lo que hago. Y es cierto. Pero… ¿qué hago? Solamente lo que me dejan. ¿Por qué todo el mundo puede opinar sobre nuestra profesión sin tener ni idea? ¿A caso nosotros corregimos a un arquitecto o un abogado?

Y después vienen los intrusos. Aquellos que no tienen reparo en llamarse comunicadores o directores de Comunicación pero que no han pisado nunca la Facultad. Aquellos que dan lecciones sin aceptar críticas. Aquellos que, aunque no son capaces de verlo, están dinamitando la imagen de la marca que se supone que han de cuidar. 

Menudo lío. Si no fuera por la pasión que siento por la comunicación no me meto en este mundo ni loco.

A todo esto: ¿No creéis que deberíamos hacer algo de relaciones públicas con nuestra profesión para mejorar su posicionamiento de marca?

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No le digas a mi madre que soy comunicador: ella cree que toco el piano en un burdel

Nuestra profesión está tan desprestigiada y sufre tanto intrusismo que a menudo debo pensar bien cómo definirme profesionalmente.
¿Qué soy, un periodista? Bueno, en esencia, sí. Soy periodista pero no de medio, sino de fuente. Demasiado complicado para alguien que no sea de nuestro sector. ¿Quizás un relaciones públicas? Sí, mira. Ahora pensarán que me dedico a repartir flyers de chupitos gratis en las puertas de alguna discoteca. Paso. ¿Qué tal comunicador? Me encanta, si no fuera porque la palabra ha perdido valor al aplicarla a todo comentarista y/o colaborador de cualquier tertulia, siendo o no titulado en periodismo o comunicación.

Al final me canso y pienso: ¿qué más da? El nombre de mi profesión no es lo importante, sino lo que hago. Y es cierto. Pero… ¿qué hago? Solamente lo que me dejan. ¿Por qué todo el mundo puede opinar sobre nuestra profesión sin tener ni idea? ¿A caso nosotros corregimos a un arquitecto o un abogado?

Y después vienen los intrusos. Aquellos que no tienen reparo en llamarse comunicadores o directores de Comunicación pero que no han pisado nunca la Facultad. Aquellos que dan lecciones sin aceptar críticas. Aquellos que, aunque no son capaces de verlo, están dinamitando la imagen de la marca que se supone que han de cuidar. 

Menudo lío. Si no fuera por la pasión que siento por la comunicación no me meto en este mundo ni loco.

A todo esto: ¿No creéis que deberíamos hacer algo de relaciones públicas con nuestra profesión para mejorar su posicionamiento de marca?

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¿Quién es nuestro enemigo?

Cualquier estrategia militar parte siempre de una base imprescindible: conocer quién es el enemigo. La gestión de la comunicación corporativa, aunque más pacífica, no difiere mucho del combate militar: los comunicadores nos pasamos la vida luchando por convencer y justificar la mejor estrategia; a menudo nos crecen enemigos en nuestras propias filas e incluso  padecemos los daños colaterales de otras guerras. Centrémonos y analicemos la situación antes de declarar la guerra. ¿Qué potencial tenemos los Dircom? ¿Quién es nuestro enemigo? ¿Contra quién debemos luchar?
Hace 20 años, un grupo de profesores de la UAB encabezados por el doctor Pere Soler impulsaron uno de los primeros masters de nuestro país de especialización en lo que hoy llamamos la profesión de Dircom. 20 años después, el máster de Dirección de Comunicación Empresarial eInstitucional de la UAB nos pregunta a los exalumnos cuáles son para nosotros los retos actuales de nuestra profesión. O lo que es lo mismo: ¿a qué nos tenemos que enfrentar los Dircom?

Para mi, estos son nuestros enemigos; los retos a los que nos enfrentamos en la actualidad los comunicadores:

1/ Elintrusismo profesional -o lo que es lo mismo, el enemigo en nuestras propias filas- nos hace un flaco favor a la profesión. Sus decisiones infundadas y poco profesionales son torpedos directos a nuestra línea de flotación. Debemos ser más corporativistas y reivindicar, juntos, que en las decisiones sobre la gestión de la comunicación corporativa deben intervenir comunicadores profesionales y formados en la materia.

3/ El inmovilismo ante los nuevos paradigmas comunicativos. Tenemos la obligación de adaptarnos a los nuevos escenarios y entender cómo afecta el contexto actual a nuestra profesión. La estrategia para ganar el combate pasa por abandonar la prepotencia y bajar a la arena, dialogar con nuestros clientes, adaptarnos a sus gustos y conseguir que sean ellos quienes hablen bien de nuestra marca. El reto no es fácil, por lo que la guerra, ahora, deberá ser guerra de guerrillas.

2/ El falso enemigo: los social media. No nos equivoquemos: aunque algunos así lo creen, los social media -las redes sociales, el mundo 2.0- no nos han declarado la guerra. Son el aliado perfecto para salir ganando. Las redes sociales nos abren nuevos canales para escuchar a nuestros stakeholders, comprenderles y hablar con ellos. Los comunicadores debemos entender a los social media para integrarlos rápidamente en nuestra estrategia. No es un consejo: es una obligación.

3/ La falta de autenticidad. Ante la superabundancia de inputs, la infoxicacióninformativa y la inmediatez comunicativa, nuestros clientes priorizan la autenticidad. La extremada impostación y la construcción de una imagen irreal a base de mentiras y medias verdades no nos salvarán en la batalla final. Los Dircom debemos apostar por lo sencillo, lo auténtico y lo próximo.

4/ La pérdida de valor de la comunicación en la empresa. La crisis no puede ser excusa para que se deje de considerar estratégica la inversión en comunicación. Debemos reivindicar la importancia de una difusión de la imagen corporativa constante, profesionalizada y alineada a los objetivos. En este sentido, no debería ser complicado convencer a los directivos de la necesaria posición del Dircom en una situación privilegiada en el organigrama empresarial, incluso en las PIMES. Más conocimiento y más responsabilidad del Dircom garantiza una comunicación más transversal, estratégica y con un retorno más importante del ROI.

Contamos con altas probabilidades de ganar la guerra. Los datos deben ayudarnos a animar a nuestras tropas: más de 20 años después, la figura del Dircom está ya consolidada en nuestro país*; disponemos de programas de formación de excelencia, como el DCEI -el máster decano en la materia- que nos apoya tanto académica como profesionalmente; el 80% de las empresas españolas tienen su propio departamento de comunicación; el 38% de los Dircom son miembros del Comité Directivo de su empresa**.

Ahora sí: guardemos la bandera blanca y declaremos la guerra. Sólo si nos enfrentamos a nuestros retos y vencemos a nuestros enemigos conseguiremos garantizar una larga vida a la figura del Dircom.   


*Así lo corroboran los datos de Justo Villafañe publicados en las últimas ediciones del Informe Anual de la Comunicación Empresarial

**Datos citados por el Dr. Pere Soler en el blog DCEI: http://dcei-uab.blogspot.com.es/2013/09/dircom-e-innovacion.html

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¿Quién es nuestro enemigo?

Cualquier estrategia militar parte siempre de una base imprescindible: conocer quién es el enemigo. La gestión de la comunicación corporativa, aunque más pacífica, no difiere mucho del combate militar: los comunicadores nos pasamos la vida luchando por convencer y justificar la mejor estrategia; a menudo nos crecen enemigos en nuestras propias filas e incluso  padecemos los daños colaterales de otras guerras. Centrémonos y analicemos la situación antes de declarar la guerra. ¿Qué potencial tenemos los Dircom? ¿Quién es nuestro enemigo? ¿Contra quién debemos luchar?
Hace 20 años, un grupo de profesores de la UAB encabezados por el doctor Pere Soler impulsaron uno de los primeros masters de nuestro país de especialización en lo que hoy llamamos la profesión de Dircom. 20 años después, el máster de Dirección de Comunicación Empresarial eInstitucional de la UAB nos pregunta a los exalumnos cuáles son para nosotros los retos actuales de nuestra profesión. O lo que es lo mismo: ¿a qué nos tenemos que enfrentar los Dircom?

Para mi, estos son nuestros enemigos; los retos a los que nos enfrentamos en la actualidad los comunicadores:

1/ Elintrusismo profesional -o lo que es lo mismo, el enemigo en nuestras propias filas- nos hace un flaco favor a la profesión. Sus decisiones infundadas y poco profesionales son torpedos directos a nuestra línea de flotación. Debemos ser más corporativistas y reivindicar, juntos, que en las decisiones sobre la gestión de la comunicación corporativa deben intervenir comunicadores profesionales y formados en la materia.

3/ El inmovilismo ante los nuevos paradigmas comunicativos. Tenemos la obligación de adaptarnos a los nuevos escenarios y entender cómo afecta el contexto actual a nuestra profesión. La estrategia para ganar el combate pasa por abandonar la prepotencia y bajar a la arena, dialogar con nuestros clientes, adaptarnos a sus gustos y conseguir que sean ellos quienes hablen bien de nuestra marca. El reto no es fácil, por lo que la guerra, ahora, deberá ser guerra de guerrillas.

2/ El falso enemigo: los social media. No nos equivoquemos: aunque algunos así lo creen, los social media -las redes sociales, el mundo 2.0- no nos han declarado la guerra. Son el aliado perfecto para salir ganando. Las redes sociales nos abren nuevos canales para escuchar a nuestros stakeholders, comprenderles y hablar con ellos. Los comunicadores debemos entender a los social media para integrarlos rápidamente en nuestra estrategia. No es un consejo: es una obligación.

3/ La falta de autenticidad. Ante la superabundancia de inputs, la infoxicacióninformativa y la inmediatez comunicativa, nuestros clientes priorizan la autenticidad. La extremada impostación y la construcción de una imagen irreal a base de mentiras y medias verdades no nos salvarán en la batalla final. Los Dircom debemos apostar por lo sencillo, lo auténtico y lo próximo.

4/ La pérdida de valor de la comunicación en la empresa. La crisis no puede ser excusa para que se deje de considerar estratégica la inversión en comunicación. Debemos reivindicar la importancia de una difusión de la imagen corporativa constante, profesionalizada y alineada a los objetivos. En este sentido, no debería ser complicado convencer a los directivos de la necesaria posición del Dircom en una situación privilegiada en el organigrama empresarial, incluso en las PIMES. Más conocimiento y más responsabilidad del Dircom garantiza una comunicación más transversal, estratégica y con un retorno más importante del ROI.

Contamos con altas probabilidades de ganar la guerra. Los datos deben ayudarnos a animar a nuestras tropas: más de 20 años después, la figura del Dircom está ya consolidada en nuestro país*; disponemos de programas de formación de excelencia, como el DCEI -el máster decano en la materia- que nos apoya tanto académica como profesionalmente; el 80% de las empresas españolas tienen su propio departamento de comunicación; el 38% de los Dircom son miembros del Comité Directivo de su empresa**.

Ahora sí: guardemos la bandera blanca y declaremos la guerra. Sólo si nos enfrentamos a nuestros retos y vencemos a nuestros enemigos conseguiremos garantizar una larga vida a la figura del Dircom.   


*Así lo corroboran los datos de Justo Villafañe publicados en las últimas ediciones del Informe Anual de la Comunicación Empresarial

**Datos citados por el Dr. Pere Soler en el blog DCEI: http://dcei-uab.blogspot.com.es/2013/09/dircom-e-innovacion.html

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¿Tu marca es capaz de emocionar?

¿A caso tú te comportas siempre de manera racional? Ya seas más o menos romántico, más o menos reflexivo, más o menos impulsivo… la mayoría de las decisiones que tomas a lo largo del día tienen una importante carga emocional. Es más: sabemos que en el proceso de compra, el factor emocional es, mayoritariamente, el determinante. Ante este panorama, ¿no crees que la manera de comunicar de la marca no debería apelar a las emociones? ¿No debería ser la gestión de la comunicación corporativa más experiencial y no tan racional?
De hecho, las grandes empresas y marcas ya hace tiempo que juegan a ser capaces de emocionar; a ser proveedores de experiencias. Son aquellas que priorizan el establecer un posicionamiento claro y diferenciado mediante valores intangibles como la motivación, la honestidad, la empatía, la autenticidad e incluso la humanidad. Valores que asociamos claramente a las personas y que, ahora, aplicamos a las marcas. Marcas que hasta ahora eran poderosas, distantes, tiranas y sordas y que, en la actualidad, tienden a humanizarse.

La apuesta por la comunicación emocional -aquella que es capaz de crear experiencias positivas en el target- debe ser transversal, empapando desde la identidad visual corporativa y las relaciones públicas hasta la publicidad. Una gestión integral que dote a la marca de personalidad y que sea capaz de satisfacer los deseos de los clientes. Starbucks, Apple, IKEA… así lo hacen. Pero también otras muchas pequeñas y medianas empresas sensibles con esta tendencia de comunicación.

Y nosotros, ¿cómo lo hacemos? Quizás estas 5 premisas te sirvan como punto de partida del vuelco emocional que necesita tu gestión de la comunicación corporativa:
1/ Tu empresa debe tener personalidad. Convierte la gestión de la identidad -que te ayuda a diferenciarte- en creación de personalidad -que te convertirá en único-.
2/ Tus clientes, por encima de todo, son personas. Trátalos con honestidad y dedicación para ganarte su confianza. Cuida los detalles, piensa en sus necesidades.
3/ No vendes productos o servicios: vendes experiencias. Debes ser capaz de dar respuesta a los deseos de tus clientes.
4/ Crea un mundo alrededor de tu marca. Con tu marca como excusa, crea un mundo auténtico, propio. Un universo que atraiga al target y que le aporte valor añadido.
5/ Empatía y más empatía. Conecta con tu público, aprende de él. Evita su frustración: la experiencia que le aporta tu marca debe ser satisfactoria en todos los sentidos.
*Si quieres profundizar en el tema, te recomiendo la lectura del capítulo 10 (Comunicación experiencial y sensorial, de Maria Jesús Merino y Juan Carlos Alcaide) del libro “Nuevas tendencias en comunicación”.

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¿Tu marca es capaz de emocionar?

¿A caso tú te comportas siempre de manera racional? Ya seas más o menos romántico, más o menos reflexivo, más o menos impulsivo… la mayoría de las decisiones que tomas a lo largo del día tienen una importante carga emocional. Es más: sabemos que en el proceso de compra, el factor emocional es, mayoritariamente, el determinante. Ante este panorama, ¿no crees que la manera de comunicar de la marca no debería apelar a las emociones? ¿No debería ser la gestión de la comunicación corporativa más experiencial y no tan racional?
De hecho, las grandes empresas y marcas ya hace tiempo que juegan a ser capaces de emocionar; a ser proveedores de experiencias. Son aquellas que priorizan el establecer un posicionamiento claro y diferenciado mediante valores intangibles como la motivación, la honestidad, la empatía, la autenticidad e incluso la humanidad. Valores que asociamos claramente a las personas y que, ahora, aplicamos a las marcas. Marcas que hasta ahora eran poderosas, distantes, tiranas y sordas y que, en la actualidad, tienden a humanizarse.

La apuesta por la comunicación emocional -aquella que es capaz de crear experiencias positivas en el target- debe ser transversal, empapando desde la identidad visual corporativa y las relaciones públicas hasta la publicidad. Una gestión integral que dote a la marca de personalidad y que sea capaz de satisfacer los deseos de los clientes. Starbucks, Apple, IKEA… así lo hacen. Pero también otras muchas pequeñas y medianas empresas sensibles con esta tendencia de comunicación.

Y nosotros, ¿cómo lo hacemos? Quizás estas 5 premisas te sirvan como punto de partida del vuelco emocional que necesita tu gestión de la comunicación corporativa:
1/ Tu empresa debe tener personalidad. Convierte la gestión de la identidad -que te ayuda a diferenciarte- en creación de personalidad -que te convertirá en único-.
2/ Tus clientes, por encima de todo, son personas. Trátalos con honestidad y dedicación para ganarte su confianza. Cuida los detalles, piensa en sus necesidades.
3/ No vendes productos o servicios: vendes experiencias. Debes ser capaz de dar respuesta a los deseos de tus clientes.
4/ Crea un mundo alrededor de tu marca. Con tu marca como excusa, crea un mundo auténtico, propio. Un universo que atraiga al target y que le aporte valor añadido.
5/ Empatía y más empatía. Conecta con tu público, aprende de él. Evita su frustración: la experiencia que le aporta tu marca debe ser satisfactoria en todos los sentidos.
*Si quieres profundizar en el tema, te recomiendo la lectura del capítulo 10 (Comunicación experiencial y sensorial, de Maria Jesús Merino y Juan Carlos Alcaide) del libro “Nuevas tendencias en comunicación”.

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